Shavasana (Sánscrito: शवासन; IAST: śavāsana)

Considerada la postura más importante de todas, pues nos devuelve al cuerpo y nos conecta con nuestra serenidad interna. En nuestras clases es una postura de llegada y una postura de integración.

¿Cómo hacerla? Nos tumbamos boca arriba en la esterilla, abriendo las piernas y rotando los tobillos hacia fuera, con las manos mirando al cielo, facilitando rotar ligeramente los hombros hacia afuera y abriendo el pecho, estableciéndonos en una postura confortable, dejando todo el cuerpo estirado en el suelo, sin tensión, relajado, abierto, predispuesto para tan solo respirar y estar presente en él.

Shavasana nos “centra” para estar en contacto con la respiración, para traer de nuevo la mente a “casa” y habitar nuestro cuerpo a través de la respiración. Una pausa antes de comenzar la práctica que nos permite “aterrizar” tras el ajetreo diario, bajar el automático y centrarnos en nosotros, en nuestro cuerpo.

Al finalizar una sesión de yoga, es muy importante dejar el cuerpo integre todo lo que hemos trabajado, de esta manera nuestra energía puede asentarse, recibirse, al igual que los beneficios de la práctica. Pero también se puede realizar entre asanas, para reestablecernos en nuestro centro y respiración.

Al mismo tiempo, esta postura por sí misma tiene sus propios beneficios: ayuda a descansar, promueve la calma en la mente, libera el estrés, reduce tensión, permite una respiración profunda y lenta, centrando nuestra mente y aminorando la velocidad de nuestros pensamientos.

Si no las ha realizado nunca, te invito a probar, 10, 15 o 20 minutos, seguro que recuperas energía y te reinicias más fresc@.

Nos vemos en la esterilla.

Ling.

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